No, en realidad no hablaremos de capital financiero ni de cómo se puede administrar el presupuesto de infraestructura tecnológica. Si bien es un tema particularmente trascendente, sobre todo cuando las restricciones presupuestales crecen y la demanda de resultados se intensifica. De lo que hablaremos es de una inversión aún más importante que puede lograr en un departamento de TI la diferencia entre el éxito y el fracaso. La palabra invertir proviene del latín invertere, que significa emplear los recursos en cosas que se supone son productivas. Hay un par de elementos valiosos para reflexionar sobre esta definición. La primera es el tipo de recursos que se pueden emplear; y la segunda, la supuesta recuperación de la inversión con resultados mayores a lo invertido. En materia de recursos piense un momento y elabore una lista, ¿cuántos tipos de recursos piensa usted que tiene como persona y como líder de un departamento de TI para asegurar el éxito de su operación? Seguramente en su lista de elementos tendrá cosas que podrían ser clasificadas en las siguientes categorías: Recursos Materiales; Recursos Humanos; Recursos Financieros. Quizás consideró también al tiempo como un recurso y lo felicito por ello. Ahora piense de nuevo, ¿no habrá otra categoría de recursos cuyas inversiones sean altamente redituables? Hay expertos que opinan que el éxito o fracaso depende de los recursos que están dentro de la clasificación de las emociones y sentimientos. Algunos dirán que éstos elementos se consideran dentro de los recursos humanos, pero permítame darles tanta importancia como para que tengan su propia categoría. Tradicionalmente, cuando se habla de Recursos Humanos (o Factor Humano como se le denomina en nuestros días) se piensa en las personas, sus conocimientos, su experiencia y formación, pero también se considera sus destrezas, su motivación, su confianza y sus emociones. Cada uno de estos últimos elementos también son recursos que adecuadamente potenciados logran tal rendimiento que puede ser determinante para el éxito o fracaso de nuestros departamentos. La actitud, motivación, ambiente, armonía y confianza no surgen espontáneamente, de hecho, al igual que los recursos financieros, se gastan y acaban si no se invierte en ellos. Stephen Covey, en su libro sobre los 7 hábitos de la gente altamente efectiva habla sobre estas implicaciones y las asemeja a una cuenta de cheques en la que hay que invertir y la llama “Cuenta de banco emocional”. El saldo representa la cantidad de confianza que hay en una relación. Sugiere que cada interacción con otro ser humano puede clasificarse como un depósito o un retiro. Los depósitos construyen y reparan la confianza, los retiros la debilitan y destruye. Un ejemplo de depósito se da cuando se es amable y cortés, cuando se cumplen las promesas, cuando se honran las expectativas del otro, cuando hay lealtad, etcétera. Hay retiros cuando hay rudeza y descortesía, cuando se rompen las promesas, cuando no se cubren las expectativas y hay deslealtad, orgullo, vanidad y arrogancia. Con cada persona que interactuamos tenemos una cuenta emocional; con nuestros subordinados, con nuestros jefes, con nuestros usuarios, etc. Por otro lado, Daniel Goleman, en su libro sobre la Inteligencia Emocional, asegura que las competencias emocionales son claves para el éxito o fracaso y analiza los rasgos que determinan uno u otro caso. Las que determinan el éxito se clasifican en competencias intrapersonales tales como: empatía, autodisciplina, iniciativa, motivación de logro y adaptabilidad; y las interpersonales son: liderazgo, capacidad de integrar equipos de trabajo, conciencia política, confianza y capacidad de alentar el desarrollo de los demás. Es interesante observar que en cada una de ellas es posible hacer inversiones como las menciona Covey. Goleman también identifica y explica las incompetencias emocionales que nos llevarán al fracaso. Todas ellas implican pobres relaciones con las personas y son, definitivamente malas inversiones. 1) Rigidez: incapacidad para adaptarse al cambio, asimilar o responder a la retroalimentación. Con poco desarrollo de la capacidad de escuchar y aprender. 2) Descontrol: soportar mal la presión, tender al mal humor y a los ataques de cólera. 3) Falta de serenidad. Relaciones muy pobres debidas a la crítica muy severa, insensibilidad o exigencias exageradas que terminan confundiendo a los subordinados. 4) Deslinde de Responsabilidad: reaccionar defensivamente ante los errores y las críticas, negándolas, encubriéndolas o intentado descargar la responsabilidad sobre otros. 5) Deslealtad: exceso de ambición, deseo de seguir adelante a expensas de los demás. Desinterés por las necesidades de los subordinados. 6) Falta de habilidades sociales: exceso de arrogancia, agresividad o prepotencia. Incapacidad de crear una red de cooperación y relaciones provechosas. No cabe duda que los depósitos y retiros en cada una de nuestras cuentas emocionales nos acercan al éxito o al fracaso. Nuestra propia calidad de vida tanto en el trabajo como en el hogar depende de hacer inversiones inteligentes, ¿en qué cuentas tendrá que hacer inversiones pronto?