El pasado domingo, 14 de octubre, fue el Día Mundial de las Normas y Estándares. ¿Acaso importan tanto este tipo de procedimientos, que no sólo se circunscriben al mundo tecnológico, como para dedicarles un día?
Para poder responder a esta pregunta, situémonos en 1904, en la ciudad de Baltimore (Maryland), cuando un incendio arrasó con edificios en 566559.899 m² de superficie y provocó daños superiores a los $100,000 millones de dólares. Lo peor de todo es que gran parte de estas terribles consecuencias se debieron a la falta de normas sobre el tamaño de las válvulas de agua contra incendios. Y es que, para ayudar a extinguir las llamas, llegaron bomberos de otras ciudades tan distantes como Nueva York, Filadelfia y Washington… pero fueron incapaces de acoplar las bocas de las mangueras a los puntos de agua.
Recuerdo impactante que sirve para ejemplificar la relevancia de este tipo de estándares pero, por si no fuera suficiente, cerca del 80% del comercio global ($13,000 millones de dólares al año) está relacionado con las normas, según indica Joe Bhatia, presidente y CEO de la American National Standards Institute (ANSI).
Estándares y las TIC
Las empresas de TI han sido tradicionalmente reacias a adoptar normas en el desarrollo de nuevos productos, con la esperanza de dominar todo un mercado con una tecnología patentada que sólo ellos puedan proporcionar. Un enfoque a corto plazo, defienden los analistas, que pasa factura.
Y es que las normas pueden ayudar a hacer que un mercado vaya más allá de una empresa individual, proporcionando una plataforma sobre la que se construyan miles de aplicaciones verticales. Como siempre: un mercado más grande implica mayores beneficios para todos los proveedores, aunque posean menor participación en él.
Sigamos con los ejemplos, en este caso podemos hablar de la World Wide Web, Internet para entendernos. A principios de 1990, las redes de ordenadores comenzaron a despegar como una empresa comercial, un servicio prestado por empresas como Prodigy, CompuServe y Delphi. En su mejor momento, America Online (AOL), el mayor de estos servicios, tenía una base de usuarios de 30 millones.
Pero la innovación abrió el paraguas y los estándares abiertos sobre la WWW proliferaron, haciendo que el internet actual cuente con 8,400 millones de páginas y aproximadamente 3,400 millones de usuarios.