Caso Ingrid Escamilla: cuando la acción colectiva modifica el comportamiento en la red

La nota estuvo en la conversación pública toda la semana pasada: una joven de 25 años fue asesinada por su pareja y no sólo eso, sino que además fue desollada. Además de lo atroz del crimen, el feminicidio de Ingrid Escamilla ocupó buena parte de la conversación en redes sociales por diferentes factores, como declaraciones públicas, la filtración y posterior difusión de las imágenes del crimen, el morbo en torno a ellas y, quizá lo más relevante, la reacción de los usuarios colocando mensajes que vincularan el nombre de Ingrid Escamilla con imágenes agradables —paisajes, mascotas o naturaleza— para modificar el comportamiento de los buscadores virtuales.

Todo esto fue analizado por Signa_Lab, el laboratorio del ITESO que analiza el comportamiento de redes sociales y que ha dado a conocer su nuevo informe, titulado “Ingrid Escamilla: apagar el horror”. 

“Desde las primeras horas nos dimos cuenta de que era un tema que se iba a viralizar y a convertirse en epicentro de una discusión ya instalada desde hace tiempo sobre el tema del feminicidio”, explica Rossana Reguillo, investigadora del ITESO y coordinadora del Signa_Lab, quien añade que pronto detectaron que la conversación estaba marcada por la indignación y la tristeza, hasta que estas emociones comenzaron a decrecer “y notamos que comenzó a aumentar una lógica de morbo, burla y criminalización”.

Al analizar este cambio en la tendencia, descubrieron que el motor era la difusión de imágenes explícitas del crimen, presuntamente filtradas por las autoridades.

“Usamos la herramienta de Google Trends y pudimos ver el nombre de Ingrid Escamilla asociado con términos de búsqueda como ‘fotos’, ‘imágenes’, ‘feminicidio’, ‘cuerpo’”, relata Reguillo. 

Hacia la tarde del miércoles 12 de febrero surgió una nueva tendencia por iniciativa de algunas cuentas que comenzaron a publicar imágenes positivas asociadas al nombre de Ingrid Escamilla y los términos de búsqueda referidos.

“Detectamos un nuevo pico de imágenes de gente respondiendo a la brutalidad, que querían superponer imágenes bellas al horror”, explica Reguillo. Y así lo lograron, la cantidad de mensajes fue tal que revirtieron la tendencia y sepultaron las otras imágenes. 

A pesar de que hubo esfuerzos para desestimar el caso, no hubo términos o conversaciones que viciaran la dinámica. Este movimiento destaca el hecho de que la acción colectiva logró modificar el comportamiento de la red.

“Esta estrategia de inteligencia colectiva en tiempo real supone, además, una intervención en los algoritmos de plataformas como Twitter y Google, ya que el relato que prevalece en las búsquedas a largo plazo sobre cualquier tema en estos sitios es el correspondiente al conjunto de palabras e imágenes que mayor número de veces hayan circulado asociadas a dicho tema. En este caso, si bien en un primer momento, hasta el mediodía del 12 de febrero, era esperable que las búsquedas de Ingrid estuvieran y quedaran atadas a la exacerbación de la violencia, desde las 17:00 horas en adelante el empuje de un relato distinto no sólo empezó a producir una memoria colectiva afectiva y crítica, de reivindicación de Ingrid, sino que puso en circulación un volumen masivo de datos con la intención de que estos prevalezcan en el espacio virtual como gramática de la esperanza alrededor de esta tragedia”, asienta el documento.