Actualmente las sociedades, empresas, servicios públicos, entre otras; dependen de plataformas tecnológicas e interfaces conectadas a través de la internet, para gestionar varios de los servicios que ofrecen, ya sea de forma interna o externa, lo que ha generado un panorama de ciberamenazas más complejo y por consiguiente, más retador en cuestiones de mantener los datos y la operación a salvo, pues es bien sabido que la data en estos tiempos es símbolo de poder.
Aunado a esto, el traslado del trabajo a casa, representa una mayor amenaza para las compañías debido a que estos soportes no cuentan con protección contra ciberintrusión. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se estimó que, al menos en América Latina 23 millones de personas han laborado de forma remota en el último año; por otro lado, es importante recalcar que las empresas están comenzando a implementar modelos híbridos, por lo que será importante para las compañías contar con nuevas y mejores herramientas que protejan la información ya no sólo de las compañías, sino de clientes, proveedores y colaboradores.
Las actividades delictivas en este ámbito están proliferando y particularmente el ransomware está siendo una amenaza que está azotando a múltiples organizaciones a nivel global. En 2020, el malware en general aumentó un 258%; mientras que específicamente el ransomware aumentó un 435%, con un incremento de cuatro veces el valor total de las criptomonedas recibidas por ataques de ransomware.
El “ransomware como servicio” es un esquema de trabajo de los ciberdelincuentes que les permite maximizar sus ganancias, explotando sus mejores habilidades para fines maliciosos. De este modo, una banca criminal logra diseñar un ransomware capaz de superar los controles de las organizaciones y otras bandas criminales, se encargan de vulnerar las organizaciones con el objetivo de infiltrar y activar dicho software malicioso, generando un mayor impacto y, por ende, una mayor ganancia para ellos. Además, es importante destacar que estos grupos criminales hacen uso de las criptomonedas para cobrar, pues con éstas se corre un riesgo mínimo de detección o devolución del dinero.
Por otro lado, las ciberamenazas ya no sólo están apuntando a los objetivos más vulnerables, sino que están comenzando a elegir de forma más “eficiente” sus próximos blancos y están generando un gran impacto en los sectores financieros, sociales y de reputación en el futuro, sin mencionar las pérdidas generalmente millonarias que provoca un ciberataque, e incluso, muchos de estos ataques selectivos han sido hacia personas de la sociedad común como periodistas y/o activistas de los derechos civiles en todo el mundo.
Finalmente, aunque no menos importante, es necesario resaltar que las ciberamenazas no son nuevos ni recientes, pues se han visto en más de una ocasión en diversas partes del mundo; sin embargo, estos han incrementado de una forma alarmante en los últimos años, pues de acuerdo con el “Informe de Riesgos Globales 2022”, el “fallo en ciberseguridad” se encuentra entre los 10 principales riesgos que han empeorado desde la crisis de COVID-19, donde el 85% de la comunidad de líderes en ciberseguridad del informe, coinciden en que podría representar una preocupación para la seguridad pública, justo como lo hemos visto en las películas de Hollywood y como se planteó al inicio. Será nuestra responsabilidad revisar muy de cerca esta nueva historia que se escribe y se basará en hechos reales ¿Estamos listos para enfrentarla?