En el mundo de hoy, estamos constantemente rodeados de una gran variedad de servicios digitales que nos brindan innumerables beneficios en casi todas las áreas de la vida diaria. Pero junto a ellos hay otra salida: una explosión realmente tremenda en el volumen de datos.
No es una sorpresa dada la naturaleza de las vidas constantemente conectadas de hoy, pero la velocidad a la que está creciendo es asombrosa.
De acuerdo con IDC, se espera que la esfera de datos global crezca de 23 Zettabytes (ZB, con 1ZB el equivalente a un billón de gigabytes) en 2017 a 175ZB en 2025, con casi el 30% de esa información en tiempo real de dispositivos conectados.
Aprovechar estos datos, y darles sentido, es un gran desafío que el hombre solo nunca podría lograr, que es donde entra la tecnología de Inteligencia Artificial (IA).
Hoy en día, las organizaciones mundiales ven los datos que tienen almacenados en sus servidores como un activo fijo, se enorgullecen de la cantidad de información que manejan. Y al mismo tiempo, las regulaciones de la protección de datos a particulares han establecido reglas estrictas sobre cómo las organizaciones deben almacenar y resguardar los datos de sus clientes.
Sabiendo que actualmente, tenemos demasiados datos que nos pueden identificar y aun así no tenemos la seguridad de que nosotros tenemos el poder de controlar nuestra información, financiera, nuestros biométricos, etc.
Y que todas las interacciones que tenemos en el sector público y privado, no son 100% seguras. Y al mismo tiempo las empresas gastan una cantidad de dinero enorme para el almacenamiento de los datos y también en controles para resguardar esta información. Sin mencionar que la mayoría de las veces la información que tienen en sus servidores no es verídica.
El mercado no solo está en la necesidad de una identidad que unifique nuestra información y que sea 100% segura. Y además que le de el control al usuario de compartir o no su información con quien este desee y especificando lo que requiera compartir. Esto nos dará en el mercado una seguridad y curiosidad de explorar nuevas oportunidades que nunca nos hubiéramos imaginado, ya sea por miedo, falta de tiempo, etc.
Habiendo dicho esto, las organizaciones están intensificando sus prácticas de cifrado de datos, queriéndolo hacer más seguro para que los datos que han almacenado no se pierdan y también así reducir el riesgo de difusión no permitida.
¿Pero lo estamos haciendo correctamente? O simplemente queremos tener una solución que no está hecha a la medida del usuario.
Estamos viviendo algo que hace 6 meses no nos hubiéramos imaginado, pero debemos de ver la belleza colateral de este tema. Nos vimos obligados a evolucionar y dar un brinco estratosférico.
En este sentido la tecnología empodera esta transición, de la típica identidad basada en una serie de papeles, registros descentralizados y en control de terceros. Y movernos al futuro donde una identidad centralizada y controlada por la persona misma tome rumbo.
Por: Stephane Mathieu¸ Chief Executive Officer de DICIO.