Lo que hace algunas décadas era sólo una especulación, hoy es una realidad en todo el mundo. La modernización del sector financiero ya está al alcance de parte de la población, pero ¿Cuáles son los desafíos culturales que ha tenido que atravesar?
En América Latina, donde 416 millones de personas —67 % de la población total— utilizan algún tipo de dispositivo de telefonía móvil, según el informe de la GSMA, era de esperarse que la interacción a través de los canales digitales tuviera un crecimiento exponencial, exigiendo así la transformación de todos los mercados, entre ellos, el financiero.
La llegada de las empresas de servicios financieros o fintech movilizó este segmento que, sustentando por una cultura ágil, soluciones de vanguardia y el uso de tecnologías de código abierto, comenzó a adaptar sus infraestructuras para ofrecer seguridad y estabilidad a la experiencia del usuario y a las millones de transacciones y operaciones que se registran a diario. Se trata de una estrategia que viene allanando el camino para nuevas oportunidades de negocio y ampliando la libertad de elección de los consumidores pero que aún enfrenta una serie de desafíos culturales.
La nueva era de las transacciones
Las transacciones bancarias realizadas por individuos a través de smartphones y los canales digitales —internet y banca móvil— van cambiando. Un estudio de Accenture indica que los ingresos globales por pagos probablemente crezcan a una tasa anual de 5,5%, pasando de USD 1,5 billones (sí, billones) en 2019 a más de USD 2 billones en 2025. No obstante, este crecimiento se verá circunscripto a las instituciones que enfrenten los inminentes desafíos culturales que exige la digitalización.
Gartner calcula que para el año 2030, el 80% de las grandes empresas del sector dejarán de ser relevantes o incluso de existir a menos que acompañen los avances tecnológicos con un cambio de mentalidad y comportamiento tanto dentro como fuera de la empresa.
En varias regiones, las instituciones ya están adoptando soluciones de pago instantáneo que hacen posible que las personas y las empresas transfieran dinero en tiempo real sin restricción de días ni horarios, de manera mucho más rápida y a menores costos. Según un informe de Flavors of Fast 2019, actualmente existen 54 países que han encarado iniciativas en este sentido, lo que representa un 35 % más que el año anterior. En cuanto a la adopción del sistema se destaca India, que octuplicó el volumen de transacciones y decuplicó los valores operados.
No hay escasez de acción en los tres países con sistemas de pago en tiempo real de América Latina: México, Brasil y Chile. Los valores de las transacciones en tiempo real en los primeros dos aumentaron este año.
Transformar el escenario actual
Los instrumentos que se están desarrollando y que pueden surgir en estos próximos años impulsarán una democratización financiera que reducirá el uso de papel moneda y creará oportunidades de negocio entre todos los participantes: particulares, el sector público y las empresas privadas. El objetivo podría sustituir gran parte de las transacciones realizadas con dinero en efectivo o por medio de los actuales métodos de transferencia bancaria. Mediante un sistema de tokens, podrán reducir la burocracia, simplificar las transacciones y brindar mayor seguridad.
Los actores del sistema se verán ampliados, permitiendo que otras instituciones participen de ese ecosistema. El único requisito es que las soluciones sean interoperables y posean una estructura de gobierno bien definida.
Al haber tantos actores nuevos en el mercado, más que un fuerte trabajo de adecuación tecnológica, requerirá de un gran esfuerzo para modificar las metodologías internas de los proveedores y adaptarse a las nuevas demandas de los consumidores. Es decir, se necesita una transformación cultural profunda y la clara decisión de optar por modelos de negocio más ágiles que permitan que el sistema crezca en forma incremental, con entregas de valor y ciclos de feedback cortos, hasta que logre alcanzar su máximo potencial.
Modificar los hábitos
El cambio de mentalidad de los consumidores y, especialmente, de la industria, no será ni rápido ni homogéneo. La encuesta realizada por Red Hat —empresa líder mundial en el desarrollo de soluciones open source— en colaboración con Harvard Business Review reveló que el 55 % de los líderes del mercado consideran la barrera cultural como el principal obstáculo de la innovación digital.
Para acompañar los nuevos comportamientos del consumidor, es necesario y primordial que las instituciones financieras modifiquen su cultura interna. En este trayecto de cambio de mentalidad, juegan un papel fundamental los elementos típicos de la cultura abierta, como la colaboración. Las organizaciones y otros actores del sector deberán trabajar en conjunto para aprovechar el máximo potencial que ofrecen las nuevas tecnologías y generar así nuevas experiencias para el cliente y oportunidades de negocio.
Ese pensamiento debe extenderse a toda la industria ya que, a diferencia de un proyecto que tiene un fin cierto, el camino de la transformación digital es continuo. Ya se ha dado el primer paso. Ahora hay que seguir cambiando y transformando y tomar al ecosistema financiero como un organismo vivo que necesita siempre acompañar de cerca los cambios de la sociedad.
Por: Gabriel Sampaio, arquitecto de Open Innovation Labs, Red Hat América Latina.