Las crisis abren periodos de alta incertidumbre: implican romper con la forma tradicional en que se llevaban a cabo procesos. Son también una oportunidad para innovar y considerar cómo evolucionar los planes y objetivos de negocio hacia un nuevo terreno de ecosistemas híbridos.
Ante la contingencia que implicó el COVID-19 aceleró la necesidad de las organizaciones de anticiparse a cómo enfrentar de la mejor manera esta situación, qué infraestructura tecnológica puede ser la mejor aliada para seguir con la continuidad del negocio y poder operar en un nuevo entorno de negocio.
Una de las soluciones que comienzan a perfilarse como un aliado en este escenario es un sistema híbrido de Nube. Si bien había dudas para una mayor adopción por parte de empresas ya sea por temas de seguridad de los datos o la idea de que no existían mejores formas de manejar los mismos, lo cierto es que hoy es indispensable.
Más allá de la situación actual, estábamos frente a una tendencia en que la cantidad de datos y cargas de trabajo – es decir la cantidad de procesamiento que una computadora debe realizar para correr determinadas aplicaciones, con más de un usuario interactuando en el proceso- para gestionar ya es cada vez más grande, lo que implicaría en que un enfoque tradicional sería mucho más costoso.
La tendencia es que cada vez más ecosistemas de TI ahora convivan en escenarios híbridos.
No toda la infraestructura tecnológica de una organización tiene cabida exclusivamente en Nube pública o privada, ya que tienen muchas condicionantes para operar, todo depende de la cantidad de cargas de trabajo que tengan, ahí es donde las herramientas de administración de servicios ayudan a visibilizar mejoras y eficiencias.
La transición entre Nube privada y Nube pública implica un reto enorme, ya que estamos hablando de migrar cargas de trabajo con arquitecturas distintas entre sí, lo que requiere una rearquitectura de los sistemas para transitar a la infraestructura pública. La respuesta a este reto está en el talento: es ingeniería pura.
En México, el 70% de los ecosistemas empresariales siguen siendo internos y el 30% han apostado a la Nube pública. Según los datos más recientes de IDC, los servicios de Nube pública tuvieron un crecimiento del 24% durante 2019 y se espera una cifra similar para 2020, por el otro lado, las perspectivas de crecimiento de Nube privada son de 13.4% para este año.
Esto nos dice que la cantidad de cargas de trabajo que hay por migrar a un ecosistema híbrido es extraordinaria y hay una oportunidad de definir los proyectos desde su concepción para colocarlos donde más convenga a la organización.
Se requiere talento y únicamente talento para aprovechar la potencia de una Nube pública, identificar qué datos o información deben permanecer en una Nube privada y cuáles pueden vivir on premise; hoy en día los servicios profesionales y administrados de migración y operación son básicos para tener la flexibilidad necesaria y tomar decisiones estratégicas.
Las empresas deben enfocarse en formar talento que esté preparado para los retos del mañana y apostar por capacitar ingenieros dedicados 100% a migración de cargas de trabajo hacia la Nube pública y la administración de servicios de manera holística para facilitar el proceso a las organizaciones.
Los ecosistemas híbridos son perfectos para tener elasticidad en la demanda ya que al tener el 40% de las cargas de trabajo vacías, las Nubes públicas te permiten una economía de escala, en especial, si la cantidad de cargas de trabajo no son demasiadas.
Sin embargo, si este flujo aumenta es probable que te convenga tener infraestructura privada; esto sólo te lo puede decir alguien con un profundo conocimiento técnico y una naturaleza agnóstica.
Cuando conocen las opciones de arquitectura y diseño de sistemas, las organizaciones pueden decidir en tiempo real, seleccionar opciones nativas en Nube y priorizar la eficiencia con miras al futuro. Ante la coyuntura y la necesidad de tomar decisiones clave, es fundamental contar con el talento que pueda hacer este diagnóstico y contribuir a la toma de decisiones, ya que la conversión de infraestructura tradicional a híbrida es -más que nunca- un tema de cuándo y no de cómo.
Por: Luis Enrique Sánchez Reyna – Director General de Wingu Networks.