Cuando hablamos de biometría, autenticación, niveles de cumplimiento y la tecnología asociada es fácil olvidar que lo que estamos tratando de resolver es en realidad muy sencillo: asegurar que una persona es quien dice ser. Esto cobra especial importancia en el sector financiero, que se encuentra en un escenario crítico, bajo una gran presión para ofrecer a sus clientes una experiencia de incorporación digital y remoto que vaya más allá de la conveniencia y la eficiencia para brindar una seguridad del nivel que ha caracterizado siempre a esta industria.
Hoy en día, la mayoría de las soluciones de verificación de identidad aprovechan la inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje automático para evaluar la identidad digital de los usuarios remotos.
La seguridad basada en IA está aumentando en uso y será necesaria para seguir siendo competitiva en cualquier industria. IBM informa que a partir de 2021, el 25 por ciento de las empresas han completado la implementación de seguridad basada en inteligencia artificial, mientras que otro 40 por ciento está parcialmente implementado. El 35 por ciento restante aún no ha comenzado este proceso, y si su empresa cae en esta tercera categoría, es posible que ponga a sus clientes en un gran riesgo de violaciones de datos peligrosas. Se proyecta que la inversión en seguridad basada en inteligencia artificial ayudará a ahorrar una empresa hasta $ 3.81 millones en 2021.
Por ejemplo, si bien el onboarding y las transacciones remotas representan una oportunidad para la industria de servicios financieros mexicana, sin una solución segura y certificada, pueden dejar vulnerables a las instituciones si se presenta información biométrica falsificada de un cliente legítimo, por lo que es indispensable contar con soluciones, que detectan e impiden que los ataques de presentación comunes se logren, ya que cuentan con un blindaje de extremo a extremo, lo cual brinda la seguridad que el usuario requiere.
Otro escenario para poner atención tiene que ver directamente con la inclusión digital que la biometría puede impulsar. Y es precisamente aquí donde comienza a considerársele como ‘inclusiva’, ya que abre un enorme rango de oportunidades y elimina grandes e históricas barreras. La adopción masiva de dispositivos móviles con sensores biométricos y la amplia cobertura de banda ancha hacen posible esta transformación, al igual que las nuevas regulaciones de las autoridades en el país.
El uso de las soluciones de biometría ayuda a personas que viven en lugares remotos y que carecen de acceso a servicios financieros a acceder al sistema financiero formal de manera oportuna, eficiente y económica.
Más del 60% de los municipios en México carece de sucursales bancarias así que la posibilidad de hacer transacciones con seguridad desde cualquier lugar y con cualquier dispositivo móvil inteligente, elimina importantes barreras sociales.
La identidad digital basada en biometría es particularmente relevante en las zonas remotas del país, donde el acceso a sucursales bancarias es difícil. A través de una identidad digital, las personas tienen un método para establecer o restablecer su identidad a lo largo de sus vidas cuando sea necesario.
Servir a grupos poco atendidos de manera digital hace que los costos de gestión de datos reduzcan drásticamente pues sus datos se pueden recopilar, almacenar, recuperar, estructurar, limpiar y analizar de manera más eficiente en el ámbito digitalque en papel.
El impulso a la inclusión financiera de México es una creencia irrenunciable, para lograrla es clave que el acceso a la identidad digital se adapte a la realidad del mercado nacional y así asegurar el mayor alcance posible.
Los desafíos son, sin duda, relevantes. No podemos pasarlos por alto porque van más allá de los estudios, están cambiando vidas. Por eso, es importante que sigamos muy de cerca la evolución de las tecnologías, pero también de los ambientes en los que se aplican, sus usos y, por supuesto, las regulaciones que nos protejan a todos y nos ayuden a seguir confiando en la nobleza de los avances tecnológicos.
Por: Ricardo Torices, director de producto biométrico en DICIO.