Luego de varios años de desarrollo, el comercio electrónico vive, actualmente, un periodo de esplendor en el país, con un notable crecimiento de 81% en 2020, lo que representó un valor de 316 mil millones de pesos, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO). Sin embargo, comprar y realizar transacciones por Internet expone a usuarios y empresas a fraudes cibernéticos, los cuales se incrementaron por la contingencia sanitaria en 80%, según datos de la Policía Cibernética de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC).
Entre los ilícitos más recurrentes se encuentra el secuestro de datos (ransomware), que en México tuvo un aumentó de 130%, indica la AMVO, y del que fue víctima la empresa Quanta Computer Inc, en abril de este año. Según reportó Bloomberg, el grupo criminal REvil obtuvo 16 esquemas de modelos MacBook, aún sin lanzar, y amenaza con filtrarlos si Apple no paga un rescate de 50 millones de dólares por la información de su proveedora.
Por su parte, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) informó que los fraudes cibernéticos financieros presentaron un incremento de 22% en 2020 gracias sus modalidades: smishing y phising. La primera busca, por medio de un mensaje SMS, que el usuario visite una página que recaba información bancaria del teléfono celular. Por su parte, el phising, intenta suplantar a una institución bancaria, alertando sobre una supuesta anomalía, a fin de obtener números de tarjetas de crédito, saldos y contraseñas.
Este crecimiento en los fraudes cibernéticos ha llevado a las empresas a acelerar la incorporación de herramientas de vanguardia como la Inteligencia Artificial (IA) en sus estrategias de ciberseguridad, que ha demostrado ser una gran aliada en esta tarea; especialmente, por su eficacia en la prevención.
Por ejemplo, Mastercard se vale de ella para analizar la actividad del usuario, dispositivos que utiliza y tiempo de permanencia, con el objetivo de establecer una línea base de comportamiento contra la cual compara cada nueva transacción.
Otras instituciones utilizan aprendizaje profundo con redes neuronales para la detección de anomalías. Esta forma de IA permite evaluar más de 400 variables en simultáneo antes de generar un veredicto de si una transacción es fraudulenta o no.
También, hay IA detrás de los servicios cognitivos de reconocimiento de voz que emplean varias instituciones bancarias. Por ejemplo, cuando los usuarios llaman, se les pide repetir alguna frase para identificarlos y así brindarles, de manera rápida, información que permita conocer movimientos o incluso cancelar ante algún robo o clonación.
Otro uso de IA en ciberseguridad, es el acceso a plataformas bancarias con reconocimiento facial, que detecta coincidencias basadas en geometría visual, incluida la relación entre los ojos, nariz, cejas, boca y otras características faciales, ofreciendo una precisión del 95%.
Tendencias como el Open Banking y la generación de créditos personalizados a partir de aplicaciones B2C (como son las apps de comida o de transporte) obligan a mejorar, de manera constante, los algoritmos de detección de fraudes cibernéticos, y para ello es necesario que las compañías reconozcan el valor de invertir en este campo.
México vive un proceso de transición para fortalecer al sector financiero con estas tecnologías, pero necesitamos realizar más esfuerzos para conectar, capacitar y consolidar las relaciones de trabajo del ecosistema bancario y así hacerlo seguro y confiable para los usuarios.
Sólo con mejoras constantes lograremos ofrecer un entorno seguro para desarrollar la banca del futuro. Para esto, IA es indispensable ya que garantiza mejores procesos y la protección de los clientes, aumentando su confianza, tan necesaria en el terreno digital.
Por: Federico López, Practice Manager IA en Baufest