Nuestra forma de consumir los medios ha cambiado con rapidez, especialmente durante las últimas décadas. Si en el pasado todo el mundo se reunía frente al televisor o a un aparato de radio para pasar un momento de entretenimiento o ponerse al día con las noticias del mundo, hoy en día cualquier persona puede usar su smartphone u otro dispositivo para ver películas, escuchar música, leer diarios o libros, entre una alta variedad de servicios streaming. Esta evolución transformó las conductas, la comunicación y a toda la industria de producción de medios y entretenimiento. Y detrás de dicha evolución, es necesario contar con un soporte tecnológico cada vez más potente.
¿Pero qué es el streaming?
Streaming es la denominación dada a la tecnología que transmite datos de archivos tales como música, texto y video a través de Internet, en «tiempo real», sin necesidad de descargar el contenido a un dispositivo. Los ejemplos más populares de streaming en la actualidad son Netflix, Spotify, Tik Tok, Amazon Prime y YouTube, conocidos también como OTT (Over The Top), expresión en inglés que significa: desmesurado, excesivo, es decir que se utiliza para designar los modelos de negocio que generan valor en la transmisión de datos a través de Internet.
Parece simple, pero no lo es…
Al igual que con otros sistemas de transmisión de datos, en el streaming, los archivos de audio, texto, imágenes estáticas y de video se dividen en pequeñas partes y se envían por separado a través de la red. Una vez que un dispositivo recibe este paquete, el player tiene la función de unirlos nuevamente, devolviéndolos a su formato original.
Para que los usuarios no reciban un archivo por la mitad, este transporte de datos debe ser rápido. Muchos sistemas de reproducción utilizan la función de búfer, que carga videos o música incluso antes de que se reproduzcan, brindando así una mejor sensación de continuidad. Si hay problemas en la conexión, los players disminuyen la calidad del contenido para evitar las pausas en la carga. Sin embargo, en la transmisión en vivo vía live streaming, no existe la carga previa: todo sucede en vivo y cualquier alteración en la conexión afecta la transmisión de datos.
Una historia de 100 años
Casi nadie lo recuerda, pero la radio fue el primer medio de streaming creado hacia fines del Siglo XIX, principalmente con propósitos militares. La tecnología evolucionó hasta convertirse en una interfaz orientada al usuario, que reinó en los hogares durante muchas décadas. Alrededor de 1920, el mayor general estadounidense George Owen Squier patentó un sistema de transmisión y distribución de señales a través de líneas eléctricas para proporcionar música a los oyentes sin usar una radio, permitiendo controlar quién consumiría el servicio.
Luego vino la televisión, que se consagró en la década de 1950 como uno de los avances tecnológicos y culturales más importantes del Siglo XX. Pero su historia, indudablemente, sólo se puede contar porque existió el streaming.
La evolución del streaming acompañó los avances tecnológicos en el mundo, como la llegada de internet, pasando a depender de una conexión para reproducir títulos multimedia y transmisiones en vivo. Los servicios crecieron a un ritmo acelerado en todo el mundo y la pandemia agregó más velocidad a esta trayectoria. Pensar en CD y DVD parece cosa de un pasado remoto; así de grande es el poder de cambio generado en los hábitos de consumo del entretenimiento.
Con el mayor aislamiento social provocado por la pandemia, el número de minutos semanales de videos de pago (vía streaming) se disparó. Para comprender la dimensión de este crecimiento, América Latina tendrá 81 millones de suscripciones de video a pedido (SVOD) y OTT para 2025, casi el doble de los 42 millones registrados a fines de 2019.
Estas plataformas requieren de una Red de Distribución de Contenido (CDN) que soporte cantidades tan altas de consultas. Esta tecnología facilita que los generadores de contenido mantengan la estabilidad de su servicio con conexiones internacionales, asegurando así una buena experiencia para sus consumidores, ya sea viendo una película o transmitiendo una clase online para miles de usuarios. Es decir, el presente es del streaming. Y el futuro también.
Lo que está por venir
Los mercados alternativos de streaming ingresan en esta tendencia de crecimiento. Uno de ellos es el de live commerce – la intersección entre ventas y entretenimiento. Este formato que se ha ido cobrando popularidad en China con los principales players minoristas organizando lives en la red para promover un verdadero festival de descuentos.
Otro ejemplo es el cloud gaming (juegos en la nube). La industria del gaming ya está ampliamente integrada al streaming de video, incluida una comunidad de 7,5 millones de jugadores que ven y transmiten juegos a través de Twitch. Ahora, la tendencia es que la tecnología esté presente en el mismo acto de jugar gracias a la unión de las tecnologías 5G e Inteligencia Artificial. Para los próximos tres años, se espera que el mercado global de cloud gaming crezca de US$500 millones a casi US$5 mil millones para 2023.
Resulta evidente que el potencial del mercado de streaming es inmenso y que tiene mucho espacio para crecer. A medida que la demanda de tecnología aumenta y se torna más compleja, nosotros estamos listos para el desafío con una plataforma adaptable para garantizar las mejores experiencias digitales posibles, en cualquier segmento, en cualquier lugar.
Por: José Eduardo Leao de Freitas, Director Senior de Conectividad en Lumen LATAM.