México está posicionado como el segundo mercado más grande para el eCommerce en Latinoamérica sólo después de Brasil, y es uno de los países con más rápido crecimiento en este sentido. Esta aceleración de adopción del comercio electrónico ha disparado el conocido como «fraude amigo», ¿sabe de qué se trata?
De acuerdo con La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), un 70% de las compras efectuadas en línea son realizadas con tarjeta de débito y durante los primeros seis meses del 2021 se realizaron cerca de 612 millones de operaciones por un monto de 350 mil 622 millones de pesos, mediante tarjetas de crédito y débito.
Tan sólo de enero a septiembre del año pasado se autorizaron 612 millones de operaciones a tarjetahabientes en compras por internet, de las cuales 0.48% derivó en un contracargo o reclamación por parte del titular de la tarjeta, al no reconocer la operación o el monto de la misma, según datos del Banco de México. Aunque no siempre se puede calificar como un fraude con mala intención los cargos no reconocidos, el “fraude amigo” puede tener varias categorías.
En este tipo de fraude, muchos de los casos es porque el cliente no reconoce el nombre de la razón social del servicio o producto que adquirió, es decir que no es el mismo que el que aparece en su estado de cuenta que el del punto de venta; por lo que se les dificulta reconocerlo y piden un reembolso sin darse cuenta de que ellos fueron quienes realizaron la compra.
Pero aunque el olvido de los titulares sea uno de los principales motivos, también se encuentra el caso donde se presenta al banco o al comercio una queja explicando que las compras que adquirieron nunca llegaron o que no fueron realizadas por el titular, cuando en realidad solo es una manera de recuperar el dinero y quedarse con el producto. En estos casos muchas veces se realiza una devolución completa de producto adquirido, y es aquí donde los comerciantes pierden, ya que por cada veinte pesos en este tipo de fraude amigo, el comerciante puede llegar a perder hasta 265 pesos, y si es necesario realizar una investigación por parte del banco antes del retorno total de la transacción, también se genera un gasto administrativo.
Es por esto, que al ser difícil la distinción entre bueno y malo, Clearsale menciona que el ecommerce requiere una sólida protección contra el fraude que identifique rápidamente patrones sospechosos y haga evaluaciones de riesgo para comparar el comportamiento de los usuarios durante todas sus transacciones, siendo una de las mejores formas de hacerlo contar con una estrategia de prevención del fraude que utilice un enfoque de alta tecnología; como un análisis automatizado con algoritmos informáticos y técnicas estadísticas para analizar datos.
“Equilibrar la experiencia del cliente y la protección contra el fraude, para evitar agregar fricciones adicionales al proceso es fundamental para los comerciantes, ya que 10% de los fraudes son generados con tan sólo tener 2% de los primeros seis dígitos de una tarjeta de crédito o débito”, comentó Víctor Islas, Country Manager de ClearSale México.
Aunque los sistemas bancarios tienen mecanismos físicos para evitar los fraudes en las transacciones, para el caso del comercio digital no es así, ya que se puede ingresar al sistema una tarjeta sin necesidad de tener el pin de seguridad y realizar un fraude, tan solo en México el crecimiento de este delito es de 72% al año, lo que representa tres veces más rápido que el mismo comercio electrónico, dejando así a los comercios con pérdidas significativas.