Las empresas de tecnología, especialmente las PyMEs y startups, buscan ser relevantes para sus clientes o prospectos, ser parte de la cotidianidad de usuarios en proyectos que desarrollan, por ello, la imagen pública que transmiten se convierte cada vez más en un tema de relevancia.
La implementación de tecnología solo tiene sentido si ésta aporta mejoras a procesos de prospección, cierre de venta, administración de proyectos, servicio post-venta, o retroalimentación (Feedback). Sin embargo, si su imagen pública no es buena, ¿quién aceptará, apoyará y utilizará sus proyectos o aplicaciones?
Las pequeñas empresas en tecnología han sido blanco de diversas críticas que podrían ponen en riesgo su credibilidad, ocasionado principalmente por la poca profesionalidad de unos pocos.
Muchas de estas críticas son atribuibles a falsas promesas, diferencias entre lo que se solicita y lo que se entrega, retrasos en proyectos, altos costos de operación o mantenimiento; incluso dependencia de personal. Todo esto se resume en fracasos para las PyMEs y startups de tecnología en general.
Contar con una estrategia clara, al alcance de habilidades para administradores, expertos en ventas o gerentes comerciales, es esencial, y ésta debe incluir la construcción de un modelo de imagen pública basada habilidades blandas y resultados administrables.
Imagen
Por definición en el Diccionario de La Real Academia Española una imagen (del latín imago) es una Figura, representación, semejanza y apariencia de algo.
Las promesas o acuerdos son esenciales en la construcción de una imagen pública. Normalmente se manifiestan bajo una imagen lingüística y es parte cotidiana de nuestro quehacer en administración de proyectos exitosos.
Y, ¿qué es lo que pasa con la imagen pública?
Al asegurar o prometer, una persona se compromete a realizar acciones. Está claro que, sin haber entablado una conversación (sin importar el medio) un acuerdo no puede existir, por el contrario, al dar una respuesta afirmativa ante una promesa o acuerdo, se debe actuar en respuesta a la petición.
Una falla muy común es creer que es necesario pronunciar explícitamente: “lo prometo”, para comprometerse a cumplir, y no es así. Basta con asentir con la cabeza o decir frases como: “claro”, para que exista la promesa; la expectativa de cumplimiento es igual de fuerte, para esto, se deben proponer condiciones de satisfacción exitosos acerca de lo que se debe hacer y cuándo.
- ¿Lo tendrán para mañana? – ¡Claro!
- ¡Oye, la próxima semana lanzamos la APP! – Ok, perfecto.
- Todos los departamentos ya estamos listos, ¿ustedes? – Perfectos.
Las consecuencias por no cumplir son similares a la impuntualidad. Cuando se hace una promesa, el mundo del solicitante y del prometedor cambia.
Por ejemplo:
- Cuando se llega tarde a una cita, la persona que nos espera puede que tenga cancelar o cambiar el horario de otro evento.
- El futuro de la persona que acepta una promesa incluye ahora la expectativa de que esas condiciones serán cumplidas y organiza su vida en torno a ella.
- Si no cumplimos los acuerdos necesitamos examinar el interés original y enlistar todas las causas, con el afán de ser nuevamente considerados.
Hoy en día, el uso de tecnologías de Administración de Tareas, Colaboración de equipos o herramientas de videoconferencia pueden ayudar a cumplir esos acuerdos de alguna manera, sin embargo, se debe considerar el desarrollo de ciertas habilidades blandas y el propósito de cada participante en el equipo de Trabajo.
Por: Carlos C. Berletzis,
Desarrollo de Software a la Medida de Dological.