Para los defraudadores y blanqueadores de fondos, el lavado de dinero es una mina de oro altamente redituable. Se calcula que entre el 2% y el 5% del producto interno bruto (PIB) global es lavado, lo que representa casi $3,000 millones de dólares (mdd) de fondos ilícitos que se fluyen anualmente por los sistemas de las organizaciones financieras.
Además, identificar el comportamiento anómalo de los movimientos de capital se complica considerablemente puesto que cerca del 95% de las transacciones que las instituciones marcan como sospechosas, resultan ser falsos positivos e investigarlos demanda muchísimo tiempo, esfuerzo y talento humano. A lo anterior se suma la merma que esto representa para el servicio a los clientes.
La tasa de efectividad para detectar las actividades sospechosas reales está por debajo del 5%, y el costo estimado para cumplir con las prácticas antilavado puede superar los $180,000 mdd.
Desafíos críticos
Para las instituciones financieras, detectar y prevenir los crímenes financieros es un juego de estrategia constante, en el que tienen que anticiparse a los movimientos de los oponentes. Estos organismos tienen que lidiar prácticamente las 24 horas del día con desafíos que ponen a prueba su capacidad de respuesta y detección. Entre estos destacan.
- Los esquemas de fraude se vuelven mucho más sofisticados, lo que le dificulta a las áreas encargadas de combatir el lavado de dinero mantenerse adelante de la actividad delictiva. En consecuencia, el equilibrio entre reducir la fricción de los clientes y detener las pérdidas por fraude se torna delicado.
- La exposición al fraude se amplía por la demanda de pagos más rápidos, lo que requiere detectar y solucionar fraudes en tiempo real.
- Los sistemas de prevención tienen capacidad limitada para adaptar rápidamente las estrategias de negocio de las organizaciones financieras a los nuevos esquemas de fraude, lo que se refleja en altas tasas de falsos positivos, y en menor prevención y detección de fraudes.
- Los datos valiosos de los clientes se encuentran en silos independientes, lo que dificulta unificar la detección y el monitoreo de fraudes.
- Los bancos carecen a menudo de una visión holística del fraude y de una vista de 360 grados de los clientes en todos sus canales.
La pandemia por COVID-19 abonó más a estos desafíos al impulsar el crecimiento exponencial del número de transacciones electrónicas debido a la explosión del comercio electrónico y el mayor uso de aplicaciones móviles y la banca en línea. De igual forma, la escasez de insumos impulsó el flujo de capitales entre un mayor número de países, lo que los ciberdelincuentes han tratado de capitalizar al máximo.
Las cinco tendencias
¿Qué están haciendo las organizaciones financieras para combatir efectivamente el lavado de dinero en 2022, y cómo las están incorporando a sus agendas? En el actual contexto se observan cinco tendencias clave en este sentido. A continuación, un breve repaso de cada una de ellas.
- Modernización de soluciones AML. Las áreas dedicadas a identificar los delitos financieros están modernizando o sustituyendo las soluciones AML obsoletas. En muchos casos, los bancos utilizaban herramientas y soluciones heredadas, desarrolladas internamente, lo que les hacía perder agilidad para detectar el lavado de dinero y otros delitos financieros.
- Vista de 360° del cliente. Se está prestando mayor atención al conocimiento de los clientes y la protección de sus datos a medida que estos se integran a los sistemas digitales. Al consolidar y correlacionar toda la información pertinente a los clientes que existen al interior de la institución, es posible tener una perspectiva de 360° de su comportamiento en los distintos canales, físicos y digitales, y proteger su privacidad.
- Inteligencia artificial y machine learning. Apoyadas por la analítica, estas innovaciones hacen a la detección de lavado de dinero más proactiva. Generan un score de riesgo más robusto al evaluar las transacciones de manera continua, integran información distribuida por distintos silos, y robustecen las reglas y alertas generadas por los sistemas AML.
- Transformación digital. El sector financiero aceleró su transformación digital debido a la pandemia. Los canales tradicionales fueron reemplazados por los digitales, y hacer transacciones en línea se volvió la nueva normalidad.
- Integración de procesos, personas y tecnologías. Se están creando unidades dentro de las unidades de lavado de dinero en las que se están integrando procesos, tecnología y personas. El objetivo es tener una operación única que contribuya a reducir las tasas de falsos positivos, eleve la asertividad de casos de lavado de dinero y se automatice la detección.
Los blanqueadores de capitales van a continuar elevando su nivel de sofisticación, por lo que las instituciones financieras necesitan adelantarse a sus movimientos.
Modernizar sus plataformas e integrar la analítica, la IA y el machine learning es solo una parte de dicho esfuerzo, así como de su compromiso para combatir los delitos financieros sin impactar la atención que brindan a sus clientes ni afectar sus operaciones.
Por: Yuri Rueda, Líder en Prevención de Fraudes y Lavado de Dinero en SAS Latinoamérica.